Representación |
Declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 1965 y Fiesta de Interés Turístico Internacional en 2008, a Rapa das Bestas de Sabucedo cuenta con cerca de 5 siglos de historia. Se celebra el primer fin de semana de Julio. Esta tradición centenaria establece que los vecinos y visitantes deben juntar a las bestias de los montes de la comarca para bajarlas a la aldea y ser rapadas en el curro por los esforzados "aloitadores" sin emplear otra herramienta que su propio cuerpo.
El respeto a los animales y la convivencia festiva se dan cita en una celebración compartida cada año por miles de visitantes llegados de todos los lugares del mundo.
Cuadras |
La bajada de las bestias va logicamente precedida de la animosa subida a las altas zonas de Montouto. Sobre las 7 de la mañana, en la alborada, los vecinos, acompañados de muchos visitantes que los acompañarán en la bajada se encaminan hacia los alejados montes. Cuando llegan al "Chan das queimas", cada grupo, capitaneado por una persona experimentada de Sabucedo y conocedor de las rutas cabalares y sus caminos, escoge la manada que irá a buscar. Una vez localizada, el líder indica al resto la estrategia a seguir así como las posibles huídas de las bestias. En silencio, tras varios intentos, son rodeados por un cordón humano que lentamente va apretando el cerco hasta conseguir dirigirlas en la dirección prevista. Algunos osados animales, aprovechando un flanco desprotegido, consiguen escapar pero, con la ayuda de jinetes, son traídos de vuelta al grupo.
Así sucede de forma simultánea con todos los grupo que son conducidos al "Peón", donde se juntan y cuentan en un cierre habilitado para el efecto. Una vez despachado el refrigerio y calmados un poco los ánimos, se reemprende la marcha a Sabucedo. De todas formas aunque hayan muchas personas para rodear al grupo en ningún momento se debe perder la vigilancia ni el paso ligero.
Sobre las 4 o 5 de la tarde, bajo la mirada atenta de la multitud que espera su llegada con ansias, aparecen los caballos al galope, excitados y sudorosos, amontonados y resbalando a veces por el camino que asciende hacia la aldea. Mientras las bestias se concentran para beber y descansar en un cierre en el Campo do Medio.
Al final de la dura jornada, estes improvisados y populares montañeros, habrán recorrido unos 25km, andando y corriendo para atajar a los caballos. Cabe destacar a los visitantes y forasteros de su efectiva e inestimable ayuda en una de las tradiciones gallegas más arraigadas en nuestra cultura.
El curro:
Las bestias ya están en el cierre. Se nota el nerviosismo de las mismas porque crece la tensión en el ambiente. Aún así no se dejan vencer siguen desafiando a los hombres. Los "aloitadores" esperan también valerosos pero nerviosos. En tan sólo un instante (otro año más) lucharán hasta la extenuación ... Es un rito, un deber, un sentimiento, una tradición que festejar. Los nervios desaparecen y ya solo queda la lucha. Bestia y hombre cuerpo a cuerpo, comienza "A Rapa das Bestas" de Sabucedo.
La primera parte de la rapa está a a cargo de los niños, orientados por los mayores, cogen y separan los potros para protegerlos de posibles golpes. Con este rito de iniciación, los chavales quedan admitidos simbólicamente en el grupo de los que van a tener parte activa en la lucha, aunque tengan que esperar unos años más para hacer su primer cuerpo a cuerpo con las bestias.
A estas alturas entran en acción ya los iniciados. El trabajo que llevan a cabo es, sin duda, por su peligrosidad y bravura, el acto más espectacular que se puede contemplar en esta fiesta. La forma en la que se realiza en Sabucedo es la que se diferencia del resto de toda Galicia, en las que se usan determinados instrumentos (cuerdas, varas...) para sujetar o inmovilizar a las bestias. Aquí la lucha es cuerpo a cuerpo con el animal y no se emplean más armas salvo los propios brazos, la fuerza y la destreza del "aloitador".
Para conseguir vencer a las bestias, sólo vale un código de acciones que se basa en una forma de luchar y actuar que heredada de generación en generación: dos "aloitadores" van en cabeza y otro en el "rabo". Uno de los que van en cabeza debe se quien salte a la bestia agarrando firmemente una mano a las crines, echándose sobre el costado del animal, con el otro brazo atenazar la cabeza y apretarla contra el pecho. Poco después, el segundo que va en cabeza acude en su ayuda. Cuando este llega se engancha a las crines delanteras, el que está subido en el lomo debe bajar.
Al mismo tiempo el "aloitador" que va al "rabo" debe de hacer una serie de movimientos para intentar contrarestar la potencia de los cuartos traseros del animal. La bestia puede quedar de pie o derribada dependiendo de la fuerza que ejerza. Cuando el caballo queda inmobilizado, los rapadores, con sus enormes tijeras, proceden al corte de las crines, que los niños se ocuparán de guardar.
El papel de la mujer en el "curro" era secundario hasta hace pocos años. En la actualidad, ya son varias las jóvenes, que se atreven a luchar. Las abuelas de Sabucedo cuentan aún hoy en día con mucho orgullo cuando en tiempos de la Guerra Civil en ausencia de los hombres, fueron las mujeres quienes llevaron a cabo esta ardua tarea con la ayuda de los niños y los más viejos.
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